El aspecto Empírico de la Ciencia

¿Sabes cómo se corrobora el conocimiento científico? 

Bueno, esto se hace mediante a la repetición de observación y experimentos conforme a nuestra realidad, por lo tanto, lo que se afirma científicamente está conectado con nuestra experiencia sensorial, y a esto se le llama aspecto empírico de la ciencia.

Para trabajar este aspecto en el aula debemos tener en claro que existen diferencias entre la investigación científica y la enseñanza de ciencias, en la primera se busca producir ideas nuevas y explorar lo desconocido, pero en la otra se centra en adquirir conocimiento desconocido para el alumno, pero el docente sí sabe lo que los alumnos deben descubrir.

Al trasladar el aspecto empírico al aula, los estudiantes deben estar en contacto directo con el mundo de los fenómenos, pues es primordial que los alumnos adquieran la experiencia por sí mismos, o “de primera mano”; al observar fenómenos es importante que los estudiantes tengan la oportunidad de formar sus propias ideas, ¿por qué ocurre lo que ocurre?, ¿qué explicación puedo dar?, motivarlos a formular predicciones y averiguar si pueden ser comprobadas experimentalmente.

Con los fenómenos observados se busca que los alumnos generen no sólo curiosidad, sino que también una necesidad genuina por saber cómo sucedió.

¿Cómo enseñaremos esas palabras nuevas?

Como ya bien sabemos, la enseñanza de ciencias está conectada con la terminología científica, por lo que debemos encontrar la manera de enseñar estos conceptos pero sin quitarle importancia a los fenómenos que observamos, esto es porque una clase de ciencias no tiene la finalidad de enseñar términos, sino que, estos deben surgir de los fenómenos que han presenciado.

Para la enseñanza de términos debemos tomar en cuenta la secuencia fenómeno-idea-terminología, esta se basa en introducir en primer lugar una serie de fenómenos, permitiéndole a los estudiantes explorar, experimentar y conocerlos, para que puedan desarrollar ideas de lo que han observado, y cuando las ideas estén claras les diremos el nombre científico de lo que ha pasado.

¿Qué tipo definición enseñaré? 

Al enseñar estos términos técnicos también debemos pensar en la manera en la que los definiremos, la cuál puede ser de dos tipos:

• Definición Operacional: es como una receta de operaciones prácticas a seguir, esta se basa en una experiencia sensorial y un espacio físico para realizarla (laboratorio, campo, etc.), demuestra que está describiendo algo concreto.
• Definición Teórica: se basa en conceptos teóricos previos, se define el término dentro de un marco teórico determinado, estas surgen de una teoría, que busca dar sentido a fenómenos observados. Al dar estas definiciones forzamos a los alumnos a aceptar un conjunto de ideas que aún no pueden construir por ellos mismos.

Para enseñar la terminología científica en el aula debemos tomar en cuenta que esta es dinámica, es decir, que los términos se definen y redefinen a lo largo de la historia, mostrar que los términos también evolucionan es una manera de acercarlos más a los alumnos, pues entenderán que solo son herramientas de pensamiento y comunicación, que las palabras están a nuestro servicio y no al revés.

Un estudiante que sabe que las definiciones cambian no se sorprenderá si en un futuro es necesario modificar o introducir conceptos teóricos.

¿Qué haré en el laboratorio?

Las prácticas de laboratorio no son para verificar lo visto en el aula, sino todo lo contrario, debemos buscar el desarrollo de ideas a partir de experiencias o prácticas de laboratorio, para después poder trasladarlas al aula.

Construir ideas "desde cero"

Para aplicar el aspecto empírico en el aula, sin ninguna modificación, deberíamos desarrollar habilidades en las que las ideas se construyan “desde cero”. Para esto dejaremos de lado los conceptos, nos basaremos en los sentidos y la experiencia de los alumnos y a partir de allí desarrollaremos investigaciones, discusiones, que nos lleven a la construcción de conceptos, observaciones e hipótesis, para terminar con el desarrollo de modelos que expliquen nuestras ideas.

¿En qué tiempo lo haré?

Pensar requiere tiempo, sobre todo en relación con la elaboración de explicaciones y de predicciones a la que nos referíamos más arriba. Y este tiempo no es uniforme: algunos alumnos requieren más tiempo que otros.

¿Qué pasa con las brevísimas pausas que se les suelen dar a los alumnos para elaborar contestaciones? Sucede que, al no tener tiempo para pensar en una respuesta adecuada, la pregunta del docente se vuelve retórica y es seguida por la respuesta dada por el mismo docente.

Es por esto que al trabajar con diálogos y preguntas, debemos dar tiempos de espera, los cuales mejoran mucho la calidad de los diálogos durante el proceso de indagación, pues le permite al alumno elaborará una respuesta, formularla, ampliarla y agregar comentarios.

¿Cómo respetar el aspecto empírico de la ciencia en el caso de fenómenos que no se pueden observar en el aula?

Los fenómenos que buscan entender los científicos no son sólo aquellos que vemos con nuestros ojos, tocamos con nuestras manos u oímos con nuestros oídos sino también todo aquello que detectamos mediante instrumentos que extienden nuestros sentidos.

La ciencia actual describe la naturaleza de galaxias lejanas, el inicio del Universo, temperaturas impensables, velocidades inauditas, cosas que pasan dentro de nuestras células y que no podemos ver, y fuerzas que somos incapaces de experimentar con nuestro cuerpo.

Como docentes debemos proveer suficiente evidencia para convencer al estudiante de que esas cosas “invisibles” existen.

La historia de la ciencia brinda ejemplos riquísimos acerca de cómo las ideas científicas se construyen a partir de la observación y exploración de fenómenos. Estos ejemplos históricos le dan vida al tema y muestran el drama y la pasión del descubrimiento.

Referencia: Gellon, G., Feher, E. R., & Furman, M. (2005). La ciencia en el aula (1a ed.). Paidós.